“Para que la ciudad no aliene al hombre, guárdese el hombre de transferir sus alienaciones a la ciudad.
1°) No la haga aglomeración, sino densidad interpersonal.
2°) No la haga pura circulación, sino comunicación.
3°) No haga del cemento sino el noble perfil de un espacio para vivir.
4°) No mutile el verde, la luz y el aire; no caiga en la reprensión de Camus: “habéis olvidado la rosa salvaje, los signos del cielo, los rostros del verano, la gran voz del mar...”.
5°) Hágala inteligible, comunicable y franca; es mejor la comprensión que el deslumbramiento.
6°) Haga de los testimonios de su pasado una identidad perceptible que inspire confianza en la posibilidad de respuestas a los nuevos desafíos.
7°) No la haga objeto de sus ideologías: servirla y amarla con inteligencia práctica bastará para suscitar las técnicas e ideas que definan su personalidad.
8°) No la oponga a su región: el ámbito urbano rural es una dimensión antigua a recuperar para intercomunicación de bienes y servicios, para la alternancia del reposo y la animación.
9°) No deje que la especulación se apodere de su suelo ni que la comercialización abusiva deforme su centro histórico.
10°) Haga de la ciudad una prolongación de su vida, pero cuidado: su vida será también prolongación de la ciudad.”
(Pedro Frías, La Ciudad Argentina, 1981).
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1 comentario:
¡Cuanta actualidad tiene el pensamiento de Pedro Frías!
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